lunes, 7 de abril de 2014

Rulo chachi o "De como algo sin preparar resulta más que óptimo"

Un gorrión asomado a "su" ventana.
Santillana del Mar
Pues eso, que hay veces que uno se decide en un pispás y resulta que todo sale magníficamente bien. Eso nos ha pasado a mi señora/cónyuge/sufridora/compañera y a un servidor de ustedes el pasado fin de semana.




No soy de los que me creo las ofertas anunciadas como "súper" que se anuncian por ahí, pero la que pillamos en una página de internet nos mandaba a un hotel encantador de apariencia y también de precio asaz sugerente, así que calculamos los kilómetros, las rutas que podíamos hacer desde allí, cómo hacer que nos cuadrara tanta opción y ¡hale! carretera y manta.
La playa de Comillas.
Dunas de Oyambre.











El punto en cuestión es una localidad llamada Las Fraguas, en Cantabria, en el límite de la Reserva Natural del Saja-Besaya. Pertenece al municipio de Arenas de Iguña y está más o menos a 30 y tantos kilómetros de todas partes: Santillana del Mar, las dunas de Oyambre, San Vicente de la Barquera, Reinosa...
Para un estepario como el que suscribe, habitante de un poblachón casi manchego (aunque muchos de sus habitantes se crean el centro del mundo), el verde es un regalo para la vista, y si encima está cerca del mar, pues doble premio. Uno es así de simple.

Playa de San Vicente de la Barquera.
Para ayudar más, el fin de semana resultó no solo bueno, sino luminoso. Como si yo hubiese dejado encargado al dueño que este fin de semana no lloviera e hiciera sol...

El Menda Lerenda posando.









Y encima, en los paseos que nos dimos por la costa el sábado, coincidimos con la marea baja (nunca dejará de sorprenderme lo que significa la marea en un mar de verdad) y así las playas eran más grandes aún.

Defensa contra los vikingos.
Playas enormes (hasta que suba la marea)

Esto es el jardín de un hotel...











A la vuelta nos acercamos a otro pueblecito, Orzales, a la orilla del pantano de Reinosa. Allí vimos una panadería que aún hace el pan tradicional, a la antigua, en la tahona de las hijas de Antonio Ruiz.  Nos llevamos tres panes de a kilo y porque las barras, empanadas y dulces eran de encargo; si no, nos habríamos llevado todo. Luego, después de ver el nacimiento del Ebro en Fontibre, subimos hasta Alto Campóo desde donde se ve medio mundo. Y nos comimos medio pan.

Horno de leña.
Se pesa a la antigua...

Un encanto de gente, explicándonos todo.


Un paisaje completito.

Aquí nace un río.


Ya subiré en bici, ya, si eso...

Los niños, bien. Gracias. En casa se quedaron que ya van siendo mayorcitos. Y si no quieren venir al pueblo, pues no querrán venir por ahí de viaje... vamos, digo yo. Porque la verdad es que ni se lo mencionamos. ¡Santa inocencia!

Disfruten.

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