lunes, 8 de agosto de 2011

Buenas buenas y malas buenísimas

No piensen que me se me ha lenguado la traba ni que me he vuelto loco al intentar hacer una lista de oprobios de los políticos gastándose nuestro dinero en memeces indecentes (la Cospe, tras tanto chillar, sube el sueldazo a sus asesores; el gobierno regional catalán cierra hospitales y abre embajada en Brasil; la Espe sube el billete de metro otra vez, pero los colegios abren gratis para asistentes a ciertos eventos; el gobierno regional asturiano sube la partida de dinero para partidos porque ahora son cuatro en vez de tres y así no pierden pelas ninguno; y los parlamentarios y senadores de vacaciones, para ahorrar luz, ¿no? porque otra cosa no se me ocurre...); bueno, al lío, que me lío y me pongo de mala leche y me sube la tensión.

Decía que no me he atontao (más allá de lo habitual en mí) con el juego de palabras y he pensado en escribir sobre ciertos iconos de mi infancia (para algunas cosas yo he sido muy precoz; para otras, no hay manera) y de mi primera juventud, que con el paso de los años se han ido adaptando a la evolución de los tiempos.
Yo creo que mi primer icono fue Diana Rigg, la buena buenísima de "Los Vengadores", una serie de la tele en blanco y negro en la que ganaban siempre los buenos (No como ahora, en "The Wire"). El caso es que había un tonto con un paraguas (que era el bueno) que quitaba protagonismo a mi musa. Las ventajas de estos tiempos es que empiezas a rebuscar en internet y te encuentras hasta el fotograma ese que se ha quedado grabado a fuego en la memoria. ¡Qué cosas! Y pongo esta foto, porque otras ... ejem, ¿cómo diría yo? estimulan más de la cuenta ciertas parcelas de la imaginación. Y eso que estábamos en los 60, aunque no sé de qué me extraño si mi hijo el pequeño gualtrapea por internet lo que le da la gana y se parte de risa con el Rancio y las guarrillas de "La que se avecina" y tiene localizadas páginas con fotos de las actrices. Y yo me pregunto ¿a quién habrá salido?
Hay un cierto tipo de villanas, malas, mu malas que son las de Disney; yo me quedo con tres: Cruella de Vil, la bruja de la Bella Durmiente y la reina de Blancanieves. Cruella era patética (me recuerda a Estella Reynolds)  y la bruja, bueno, tenía una cara triste que causaba risa; pero mi favorita era la de Blancanieves; era una interesante madurita, vestida de  negro y con una especie de capucha estilo "fetish" que ya quisiera alguna que le sentase tan bien como a ella; luego ya se sabe: la edad y los conjuros...
Luego hubo malas, pero malas como la carne de pescuezo, como la enfermera Ratched, de "Alguien voló sobre el nido del cuco", pero no me ponía nervioso, además era para mayores de 18 y de aquella, un portero de un cine era una autoridad equiparable a un conserje del barrio de Salamanca o a un picoleto con bigote reglamentario.
Otra mala, mala era la hija de Fu-Manchú, un chino malvado que hacía la competencia a Fantomas; su hija salía poco, pero cuando salía desollaba a latigazos la espalda de alguna esclava... lo que yo decía: imaginación al poder.
También tengo por ahí una ristra de malas, como la marquesa de Merteuil (Glenn Close, de "Las amistades peligrosas"), pero que llevaba mucha ropa. También hay otras que son malas, pero no mucho, o son buenas equivocadas, como Vampirella,  que inquietaba mis siestas (¡bufff...ese modelito!) siendo yo no tan enano y una de mis favoritas: Catwoman (la Pfeiffer, por favor)...ese traje ajustado, negro, brillanteeee... y el ronroneo, ¡uf!, gatita, gatita, bsbsbsbs, pero ¡ojo! ¡que araña!




Luego, la iconografía cinematográfica se actualiza y surgen algunas que, pese a no alardear del vestuario ese que más me turba, tienen unas miradas que lo dicen todo; incluso en segundas partes, que  hay que ver lo que son capaces de conseguir con un cruce/descruce de piernas. (Véase al estilo Barrio Sésamo:  izquierda/derecha).
Y en un pequeño aparte, en estas de malas, buenas y buenas buenas, hay una a la que nunca le vi la gracia (pese al rollo de cuerda que lleva), más allá de imaginar qué ruido harían  sus pechos al colocarse el corpiño, es la Wonder Woman (que debería llamarse wonderbra woman, ya saben por qué).


Es evidente la atracción del abismo, y uno no es de piedra, porque sean sinceros:
¡¡¡ ¡¿quién va a querer ir al cielo con San Pedro si el demonio en el infierno es Liz Hurley vestida de látex rojo???!!!!


Disfruten, que es verano y para ayudarles a descansar, yo dejo de escribir... o no, que ya se sabe, uno es humano y puede desdecirse... ¡uff...! ¡infierno! ¡allá voy!

Y las imágenes las he cogido de por ahí, en el tío ese de gafas que todo lo sabe y todo lo tiene, el gúguel ese.