miércoles, 23 de abril de 2014

Iba yo a ....

Iba yo a escribir aprovechando la excusa del Día del Libro, San Jorge y demás zarandajas literarias para contar cómo empecé a leer, cuando repasando el "caralibro" me he enterado de la muerte del cámara de televisión de la agencia EFE Justo Medrano.

Lo malo de ir cumpliendo años (en mi caso) es que empiezas a ver que la evolución de lo que hay a tu alrededor no es muchas veces la que quisieras ver. Justo tenía 52 años, los mismos que yo. Hemos compartido informaciones de varios tipos, como me pasó con tantos cámaras de la agencia, pero de Justo recuerdo una muy especial. Era la primavera de 1995, cuando nos mandan a las 9 de la mañana para Alicante porque resulta que unos huesos encontrados por allí han dado positivo en las pruebas de identificación de dos desaparecidos, los tristemente famosos Lasa y Zabala. De aquellas no había tanta antena, móvil con conexión a internet ni zarandajas comunicativas. EFE operaba una estación terrena transportable de Retevisión (una de las pocas que podían desplazarse a casi cualquier sitio) pero había que conducirla (y esa vez le tocó a Juan Yagüe). Las prisas forman parte de los informativos y para allá que nos fuimos porque el telediario del cliente empezaba a las 14.30
Bien es cierto que de aquella se trabajaba de otra forma que hoy y como la información traía más cola de lo que parecía nos quedamos a dormir en Alicante.
Al día siguiente el revuelo se desplazó a otros lugares y nos volvimos a Madrid. No son muchos kilómetros entre Alicante y Madrid pero si los tienes que hacer a un máximo de 90 kms/h porque la ETT no pasa de esa velocidad, el trayecto se hace laaaaaaaargo. Justo no era muy hablador, no como yo, que solo me callo si hago un curso de buceo. Pero aquel viaje lo recordaré siempre. Hablamos mucho, cosa rara en él, y sobre todo, compartimos muchas posiciones acerca de las cosas de la vida.  Uno de los temas fue el maldito tabaco. Él fumaba y yo era el "brasas" de la empresa, siempre protestando porque nos veíamos obligados a respirar carbón. Pero al igual que pasaba con tantos fumadores educados y responsables, no hubo problemas en compartir espacio. Por eso y otras cosas, siempre le aprecié y le estimé. Y veo que mucha gente también le recordará por ser una buena persona.

Sobre el maldito tabaquismo y malditos los canallas que se forraron a costa de los pulmones de los ciudadanos ya escribiré...

Descansa en paz, Justo
.

La foto es de otro compañero, Martín Carrasco.

lunes, 7 de abril de 2014

Rulo chachi o "De como algo sin preparar resulta más que óptimo"

Un gorrión asomado a "su" ventana.
Santillana del Mar
Pues eso, que hay veces que uno se decide en un pispás y resulta que todo sale magníficamente bien. Eso nos ha pasado a mi señora/cónyuge/sufridora/compañera y a un servidor de ustedes el pasado fin de semana.




No soy de los que me creo las ofertas anunciadas como "súper" que se anuncian por ahí, pero la que pillamos en una página de internet nos mandaba a un hotel encantador de apariencia y también de precio asaz sugerente, así que calculamos los kilómetros, las rutas que podíamos hacer desde allí, cómo hacer que nos cuadrara tanta opción y ¡hale! carretera y manta.
La playa de Comillas.
Dunas de Oyambre.











El punto en cuestión es una localidad llamada Las Fraguas, en Cantabria, en el límite de la Reserva Natural del Saja-Besaya. Pertenece al municipio de Arenas de Iguña y está más o menos a 30 y tantos kilómetros de todas partes: Santillana del Mar, las dunas de Oyambre, San Vicente de la Barquera, Reinosa...
Para un estepario como el que suscribe, habitante de un poblachón casi manchego (aunque muchos de sus habitantes se crean el centro del mundo), el verde es un regalo para la vista, y si encima está cerca del mar, pues doble premio. Uno es así de simple.

Playa de San Vicente de la Barquera.
Para ayudar más, el fin de semana resultó no solo bueno, sino luminoso. Como si yo hubiese dejado encargado al dueño que este fin de semana no lloviera e hiciera sol...

El Menda Lerenda posando.









Y encima, en los paseos que nos dimos por la costa el sábado, coincidimos con la marea baja (nunca dejará de sorprenderme lo que significa la marea en un mar de verdad) y así las playas eran más grandes aún.

Defensa contra los vikingos.
Playas enormes (hasta que suba la marea)

Esto es el jardín de un hotel...











A la vuelta nos acercamos a otro pueblecito, Orzales, a la orilla del pantano de Reinosa. Allí vimos una panadería que aún hace el pan tradicional, a la antigua, en la tahona de las hijas de Antonio Ruiz.  Nos llevamos tres panes de a kilo y porque las barras, empanadas y dulces eran de encargo; si no, nos habríamos llevado todo. Luego, después de ver el nacimiento del Ebro en Fontibre, subimos hasta Alto Campóo desde donde se ve medio mundo. Y nos comimos medio pan.

Horno de leña.
Se pesa a la antigua...

Un encanto de gente, explicándonos todo.


Un paisaje completito.

Aquí nace un río.


Ya subiré en bici, ya, si eso...

Los niños, bien. Gracias. En casa se quedaron que ya van siendo mayorcitos. Y si no quieren venir al pueblo, pues no querrán venir por ahí de viaje... vamos, digo yo. Porque la verdad es que ni se lo mencionamos. ¡Santa inocencia!

Disfruten.