domingo, 1 de abril de 2012

Huelga decir...

Huelga. Bonita palabra. En el diccionario de la RAE (¡oh! ¡ellos, que todo lo saben...!) en la quinta acepción del verbo "holgar" dice: Sobrar, ser inútil. Y como ejemplo pone: "Huelgan los comentarios". Pues eso: sobran comentarios.  El jueves pasado tuvo lugar una huelga general. La primera de este gobierno y la quinta de la democracia según quienes llevan las cuentas. Yo no las llevo. Me daba vueltas por la cabeza escribir sobre el tema aun antes de la misma, a cuenta de saber quién eres y de dónde vienes. Y un día, mi amigo informático Monedero (el "Mone") colgó en el facebook ese un texto que dice así: 
El taxista va con su coche por la ciudad, ve a un barrendero fumándose un cigarro y piensa que los barrenderos no hacen más que pasearse y tomar el fresco;
 el barrendero habla con su amigo el bombero, que libra tres días por cada uno que trabaja y llega a la conclusión de que los bomberos tienen demasiadas vacaciones; 
el bombero coge el metro y entonces piensa que los conductores del metro tienen un trabajo muy fácil, ahí sentados todo el día; 
el empleado del metro va al súper a hacer la compra y ve al reponedor, un chaval que no tiene ni la ESO y piensa que no se lo ha currado nada el muy sinvergüenza;
 el empleado del súper de camino a su casa ve a unos obreros tomándose el bocadillo y se dice "así va España"; 
el obrero ve en la televisión la huelga de profesores y se indigna, porque esos no saben lo que es trabajar;
 el profesor va al banco y al ver a la señora que le atiende, tan tranquila, sin tener que dar gritos, piensa que es de risa que cobre más que él;
 la mujer del banco asiste al teatro y un tipo sin ninguna formación, y que ni siquiera es amable, le cobra la entrada desde una ventanilla;
 el taquillero del teatro se va de viaje, y en la carretera, ve a lo lejos a unos inmigrantes recogiendo fruta y piensa que nos están quitando el trabajo; 
el inmigrante está con sus amigos por la noche en el barrio y un policía le pide los papeles, y entonces... etc, etc, etc.

Así nos va. Falta conciencia de clase. Y sobra conciencia de clase media.

El comentario viene a cuenta de que esta forma de pensar indica que se ha perdido conciencia de "clase": hay mucho obrero que no tiene sensación ni conciencia de serlo. La fuerza del obrero, del currante, viene de su fuerza laboral, de ser capaz de hacer lo que tiene encomendado, la labor que completa otra labor de un compañero (del metal o de otra rama) y que lleva a un resultado final. Ahora hay menos gente trabajando en cadenas de producción de piezas metálicas o de juguetes. El problema es que hay mucha supuesta clase media, mucho autónomo que va por la vida de millonario frustrado y que no se da cuenta que sigue dependiendo de su trabajo, de echarle horas y salud, más o menos apoyado en el de los demás. La culpa (y mucha) es de los sindicatos, organizaciones que han perdido representatividad (excepto en algunos casos como los controladores aéreos que me dan envidia) y que son vistos como bandas de gente interesada en mantener su estatus, sus sueldazos, sus colecciones de relojes, etc. Los sindicatos han perdido el contacto con la realidad porque la realidad también ha cambiado.Los sindicatos actuales no son ejemplo de nada: ni de gestión (¿recuerdan el caso de la cooperativa de viviendas PSV de la UGT?) o de administración (¿dónde están los cientos de inmuebles que, con la llegada de la democracia se les restituyó tras habérseles sido quitados por la dictadura. 
 Resumiendo: que los abogados y auditores que viven en mi comunidad siguen siendo obreros, aunque no lleven mono ni coman bocata a las 11 de la mañana, porque no son dueños de los medios de producción. Así de simple.  Claro, que al ritmo que vamos, los medios de producción estarán todos en China, que curiosamente, aúna lo malo del capitalismo salvaje con lo peor del comunismo. 
La fuerza viene de la unidad. Si no unidad en la producción (dado que producimos servicios) sí la unidad de acción. Somos muchos y podemos forzar muchas cosas. Yo no soy partidario de piquetes violentos. Pero si estuviera seguro de que la huelga sirve para algo, desde luego que me plantaría en la puerta de mi empresa y no entraba a currar ni el gato. 
Y habrá que empezar por cambiar muchas cosas: la ley electoral la primera. Y las relaciones laborales después. Sindicatos tipo gremio, con apoyo fuerte y unificado y con una clara unidad de acción: relaciones personales con los jefes, incluidas. 
Vd. lo pasen bien.