domingo, 29 de enero de 2012

Siete días.

Se cumple en estos días el aniversario de los que se conoció en 1977 como los "Siete Días de Enero" y también "Siete días de plomo". Fue una semana de aúpa en la que todo malnacido con intereses espúreos se dedicó a hacer la puñeta a sus semejantes para impedir que en este puñetero país se pudiese vivir en paz. Los graperos del GRAPO, supuesto grupo terrorista de izquierda que siempre hizo el caldo gordo a la derecha más rancia y que acabó como una banda de atracadores de bancos, secuestró en un alarde de desfachatez y desafío al gobierno al consejero de estado José María de Oriol y luego en medio de toda la tensión tras la muerte de los estudiantes al general del ejército Villaescusa.
En esos días, hablábamos de Oriol y Villaescusa como si fueran Ramón y Cajal, que como dice el chiste: "siempre iban juntos a todas partes".
Yo recuerdo el comienzo del ciclo de esos "días de plomo" un domingo a mediodía, comiendo en casa, toda la familia junta. En el telediario hablaron de la manifestación proamnistía (a la que no fui por un pelo) que se había convocado, ilegalmente, claro, que las leyes las hacían ellos. Y que había habido un muerto. Arturo Ruiz, un estudiante de 19 años al que mató un fascista armado en la calle de la Estrella, al lado de San Bernardo. La impunidad con la que esos grupos de matones se movía era absoluta. Además iban casi de uniforme: chupa de cuero, peinado con gomina, gafas de sol y pantalón azul marino. Algunos llevaban nunchakus, martillos e incluso pistola. El caso es que la montaron gorda.
El lunes se convocó una manifestación (ilegal también, claro) para protestar por el asesinato y la escasa diligencia que la policía mostraba. El caso es que en esta manifestación volvió a salir lo más granado de los grises y en una esquina de Gran Vía, muy cerca de donde habían matado a Arturo, un gris reventó la cabeza de una estudiante, Mari Luz Nájera, con un bote de humo disparado a bocajarro. Allí mismo murió. Luego el GRAPO secuestró al general Villaescusa. Lo siguiente que recuerdo es oír en la radio que habían atacado un despacho de abogados. La radio, plural y creíble de aquella, lo atribuyó a "un ajuste de cuentas entre mafias del transporte". Hijos de puta.
Llegué al instituto y no dimos ni la primera clase; se montó una asamblea, se convocó huelga y nos fuimos porque de aquella, la movida se podía complicar.
Miedo es algo que se queda corto para definir lo que se sentía en mi casa. Mi madre revivió el miedo al año 39. A temer que volvieran a llamar a la puerta, porque nos temíamos un golpe de estado. Yo lo viví con una mezcla de intensidad y algo de inconsciencia (tenía 15 años y lo tenía todo clarísimo) ¡qué cosas!
El tercer gran bloque de memoria me viene en el entierro de los abogados. Lo organizó el PCE, y si recuerdo algo era el silencio: ni un grito, ni una consigna. Salí del metro de Alonso Martínez y nos reunimos cientos de miles de personas, sin una bandera, sin una pancarta. Silencio. Solamente un helicóptero sobrevolaba la concentración. Ahora sale el "ejque", el Bono, socialista que ha estado ganando 12.000 euros mensuales como presidente del gobierno que era el rey el que volaba en ese helicóptero. Pues muy bien... si él lo dice.

Los de la caverna, lo más rancio de los que mandaban no querían soltar el poder. Nada, ni un ápice. Luego estaban los que tenían algo más de visión y entre ellos el ministro del Interior, Martín Villa. No había tipo en el mundo más odiado. Le llamábamos "el sastre" porque ante las preguntas sobre las investigaciones para aclarar los asesinatos, siempre respondía: "tomaré medidas". También le llamaban "el tercer polvo", porque todo el mundo le quería echar y nadie lo conseguía.

Me estoy haciendo viejo. Mi hijo ahora tiene esos mismo quince años ya camino de dieciséis y ni de coña vive lo que vivimos nosotros. Por mucho que la crisis apriete. Cierto es que en estos tiempos tan grises cuesta pensar en que esto va a mejorar. Como entonces. No parece fácil ni lo es, pero tampoco fue nunca la vida fácil. No queda más remedio que apretar los dientes y seguir. O como digo yo ante ciertas propuestas de incompetentes al mando: callar y coger piedras.
Los inútiles mandaron y ahora también mandan, en todas partes. Y si no, véase el ejemplo del ministro español De Guindos: al frente de Lehman Brothers España cuando el banco ese arruinó la economía mundial. Cuando montas en un avión tienes que pensar que quien está a los mandos es competente y conoce su oficio; no queda más remedio.
Se supone que en un sistema democrático votas a quien te convence. Pero resulta que la ley está hecha a la medida de los que mandan. La ley electoral no es justa ni representativa. Se concibió hace 30 años para asegurar mayorías fuertes y representatividad local y regional: nacionalistas. Ahora es injusto que eso siga así, pero las reglas del juego están hechas.
Hay que pelear, coño, no podemos dejar que hagan lo que les dé la gana. Los inútiles que han hundido los bancos se jubilan con millones de euros; el yerno del rey se los apanda y los saca de España; los caciques regionales se embarcan en gastos faraónicos y luegos piden y piden. Ahora nos aprietan, nos suben el IVA, el gasoil, nos bajan los sueldos y nos aumentan las jornadas. Su plan está claro: la pasta es nuestra y la repartimos como queremos. ¿Queréis trabajo? Pues todos autónomos. Así os pagaremos por lo que hagáis, poco y cuando nos me venga bien y encima pegaos entre vosotros por aquello de la competividad. Rondamos volver a la mano de obra esclava si no lo estamos ya (véase Apple y China).

Tenemos fuerza, somos el 99%, podemos influir en el mercado, comprando aquí o allá, esto o lo otro. Podemos votar y echarles para que nos representen de verdad. Y sobre todo, no hay que pasar una: politico que robe, a la cárcel y que devuelva la pasta. Y si quiere ganar mucho, que se quede en la empresa privada y no robe en la pública. Nadie le obliga a ser político. Hay que ser consciente de la fuerza que tiene cada uno de nosotros.

No lo olvidemos. También salimos de aquella del 77, entre todos.

Echad un ojo a: http://politica.elpais.com/politica/2012/01/28/actualidad/1327776171_202570.html y
si se puede recuperar: Siete días de enero , la película dirigida por J.A. Bardem. Verla en ciertos cines era todo una demostración de valentía.