sábado, 24 de noviembre de 2012

Reflexiones de un quasi-depre

Nunca me consideré proclive a ser un tipo deprimido. Es más, creo que he sido la antítesis de ello y, gracias al entrenamiento guiado por mis jefas en mi último periodo laboral, he comprendido que era mejor ver siempre la botella medio llena y no medio vacía. Y eso que se empeñaban las muy *`:s ;&!*

Pero durante esta última época empecé a comprender a la gente que sufría depresiones. Conocí un caso de un vendedor de automóviles, da igual la marca, que comenzó a sentirse mal cuando tenía que ir al punto de venta. Sus síntomas fueron empeorando a medida que pasaban los días hasta que acabó sentado en el bordillo, tras vomitar hasta la primera papilla. Comprendió de golpe que no podía seguir así y pidió la liquidación. Montó un pequeño negocio que, pese a las hostias que se lleva el personal autónomo, le ayuda a dar de comer a sus hijos y pagar el piso en el que vive. Y algo así me pasó. Un día se te revuelve el estómago al doblar la última esquina y piensas "he comido demasiado" o " he comido demasiado deprisa"; la segunda vez piensas que te han sentado mal los macarrones, o la sopa... cuando al cabo de otros pocos días y tras solo comer ensalada, tu estómago avisa de que te vas a meter donde no conviene... tienes que tomar una decisión. Y yo la tomé.

Leyendo un día un artículo de Miguel Ángel Díez sobre economía mundial economy_pigs se me pusieron los pelos de punta. Es como si alguien te traduce el cartel del aeropuerto ante el que llevas media hora devanándote los sesos para comprender lo que quiere decir... y ¡resulta que está en tu propio idioma!
Resumiendo: los grandes gestores de la economía mundial han decidido, porque la evolución social (esto va a ser un puto desierto demográfico en 10 años) y económica así lo recomiendan, que este país no presenta ni ofrece nada de interés: no hay industria, no hay inversión en tecnología, no hay futuro en suma. Y ahora tampoco habrá educación.

A lo mejor resulta que ahora se va a cumplir aquello de "España, solo para vacaciones" que dicen que dijo Hitler cuando le preguntaron que para cuándo invadía la Península Ibérica. Todos pobres, muertos de hambre y camareros para atender a los del norte que vienen a tomar el sol, comer por cuatro céntimos y follarse a la que quieran, que para eso traen dinero y se les deber rendir pleitesía.

¡Hombre! (pensarán ustedes) tampoco es eso... pues miren, el plan es maquiavélico, pero se desarrolla adecuadamente teniendo en cuenta que:
- gracias a una ley electoral amañada para favorecerles, mandan los señoritos del latifundio; y no hay protestas (se silencian, las votaciones les refuerzan como en Galicia que con miles de votos menos sacan 3 diputados más).
- los "designados" para gobernar no son precisamente unos "hachas" en las parcelas que administran: el mismo presidente del gobierno es un tipo que no sabe ni actuar, aparte de no pronunciar la "s"; un tipo cenizo, mediocre, puesto en el partido a dedo por alguien que es socio de mafias - perdón, quise decir "grupos empresariales"- de ámbito  internacional (entre otras cosas, de armamento); otro ejemplo lo tenemos en la categoría de la alcaldesa de la capital del país, cuyo único mérito para estar ahí es ser la mujer del anterior; el ministro de Economía trabajaba para una de las empresas que hundieron la economía mundial por su codicia y avaricia; el de Hacienda parece el Sr. Burns de los Simpsons, siempre buscando como arañar hasta el último chavo; de la de Sanidad  ni hablamos: no se enteró de que su marido tenía un jaguar de siete-metros-siete en el garaje (¿tan grande es?, el garaje, digo); la de Trabajo no ha currado en toda su puta vida más que siete años como consejera del partido en la televisión regional y se encomienda a las vírgenes para que haya trabajo. Y como culminación, las cuatro letras: RATO, que ahora, tras demostrar que el FMI no vale para nada y hundir Bankia, ejemplo de gestión empresarial y social con la connivencia de todos los que pasteleaban, se queda con la sanidad de la comunidad de Madrid. Sí, claro, de forma legal: la Comunidad les "vende" a la empresa CAPIO la salud de los madrileños, a 60 euros el paciente. Multiplican la de gente asistida en el 12 de Octubre, La Paz o el Hospital del Henares y luego suman. ¡Joder! es empezar y no parar.

- los gobernantes, son en realidad mamporreros de los bancos a los que, a su vez, deben dinero... y esos bancos deben dinero a ciertos grupos con los que invirtieron no hace tantos años. Al palmar mucha pasta (caso Madoff, Banco Santander), el jefe le da un toque al presidente del gobierno: "chíst!, chaval, haznos un decreto, que tenemos que saldar las cuentas con estos mafiosos..." El presidente del gobierno (ZP entonces, Verydíficul ahora), se caga en las bragas y procede inmediatamente a "inyectar" dinero en los bancos. Cuando alguien dice que no hay más, pues se pide prestado, se pinta o se saquea. Y en eso estamos, porque lo piden a las mafias para pagar la deuda, o sea, llegamos a la argentinización de un problema: pedir un préstamo para pagar otro. Entonces es cuando la has cagado. Una medida aconsejada, pedir el rescate al Banco Central, supondría una investigación por alguien que no está "pillado" y se descubrirían todos los apaños que los gobernantes tienen y han tenido mangoneando en las cajas de ahorro.

- los bancos NECESITAN la pasta para arreglar sus problemas y los gobernantes se lo facilitan de diversas maneras, porque las estructuras no dan para más y ellos no van a renunciar al saqueo consolidado de sueldos, prebendas, dietas, etc; los colegas están colocados, por ejemplo, en las empresas energéticas, y obedientes, suben los precios de la electricidad, los carburantes y el IVA para pillar de todo. Pero ciertas cosas no se tocan, por ejemplo, la asignación a la iglesia católica.

- además, tenemos un problema añadido en España: una longevidad de las más altas del mundo. De ahí que Lagarde, la presidenta del FMI, apuntara que el problema de las pensiones se agrava porque vivimos mucho. Claro. Y si nos morimos, ya no molestamos, señora.

- EREs y demás excusas; se está despidiendo de las empresas a la gente nacida en la segunda mitad de los años 50 y los nacidos en la década de los 60. Somos los que podríamos jubilarnos "decentemente" dentro de unos años... y eso supone mucho dinero para aquellos que tienen que llevárselo. Al quedarte sin cotizar en los últimos años tu posible pensión se verá reducida a una miseria. Eso si no te la niegan directamente.

- los recortes BUSCAN el empobrecimiento de la población; ahora no hay Unión Soviética o sindicatos apoyados por ella que asusten a los que manejan la pasta. Ahora hay carceleros que aplican medidas de austeridad (para la población, no para ellos, claro) y el plan está definido. Entre los diez países más "tecnológicamente ricos" ¿cuántos son de la UE? Eso sí, a la iglesia no se la toca un euro.

- ya saben: si quieren educación, salud, seguridad... se la pagan.





Yo, al igual que conté al principio del artículo, he tomado una decisión: no me voy a callar ni me voy a estar quieto, pese a estar en el paro. Tengo mucho que hacer aún y voy a luchar con todas mis fuerzas por un mundo más justo para todos, no solo para mí. Y haré todo lo que pueda. De esta solo saldremos con decisión y unidad, y distribuyendo el dinero entre todos, es decir: PARA TODOS.

Disfruten, aunque no quieran dejarnos.

miércoles, 7 de noviembre de 2012

Mmmmmhhhh...panadillas


Cuando uno hace las cosas por obligación, o te gusta mucho el tema o está j...ido. Me da igual que sea a nivel laboral (no me gusta mi actual ocupación de "parado") u hogareño. Mentiría si dijese que me gusta pasar el aspirador o limpiar los baños. ODIO tender la ropa, no tanto recogerla y tampoco me fastidia especialmente planchar... en fin, cosas de marujas.

Lo digo por la cuestión de la manduca, la zampa, el yantar, el papeo, la comida, vaya. Ahora que en casa entra menos pasta (y no alimenticia de origen italiano), mi chaval no come en el colegio. Pilla el autobús y se viene a casa, que tiene tiempo y pese al robo del abono transporte (ya podían subir los sueldos igual que han subido el transporte), sale a cuenta pese a lo que come.
La verdad es que, además de gustarte preparar la comida y por tanto, atención y cariño,  la buena mano o el toque se van cogiendo con el tiempo y la práctica. Además en la cocina se da esa circunstancia de que "ninguna comida sabe como las que hacía mi madre". Yo pongo de ejemplo la patata frita: la misma patata frita en el mismo aceite por dos manos distintas no van a saber igual. Unos la dejamos un poquito más, otros menos; unos echamos la sal después, otros antes; unos la cortan a la larga, otros de través; más pequeña, más gorda... en fin, un mundo.

Hoy he hecho empanadillas al horno. Es una comida que preparaba mi madre (por supuesto, las suyas estaban mejores) para viajes y excursiones. La preparación es la misma que si se frieran, pero en el horno quedan más ligeras, resisten muy bien un día o dos en una fiambrera y da igual que estén un minuto más o menos. Se comen igual de bien frías que calientes y hoy me he atrevido.

Plan:
Cacharrería
1 - freír sucesivamente en una, o bien en tres sartenes a la vez, tomate, carne picada y cebolla. El tomate ya se sabe: una cucharadita de sal y otra de azúcar para compensar la acidez. La carne picada, despacito hasta que suelte todo el agua (echad sal los que no podéis vivir sin ella) y la cebolla se fríe hasta que pierda el agua y poco más.
2- extender por la mesa las obleas (grandes) de masa. Y se rellenan una a una (obvio). La cantidad de relleno es importante: una cucharada de carne, una de tomate y media de cebolla.
3- doblar y con un tenedor, cerrar la empanadilla. Si hemos echado demasiado relleno, se saldrá y se pegará a la bandeja.  El tenedor no ha de pinchar muy dentro para no hacer agujeros y que se salga el tomate o la cebolla.
4- calentamos el horno 10 minutos. Se pone un papel de aluminio en la bandeja, se ponen las empanadillas encima (10 me han cabido por viaje) y se tienen un máximo de 15 minutos.

Se sacan o se dejan enfriar (no se pasan) y ¡hale!, a comer.

Solo ha sobrado una de 20 que he guardado para que la pruebe mi mujer. Dado el éxito de crítica y público, estos salvajes me van a tener esclavizado en la cocina.

Disfruten (yo hago lo que puedo)

Ganas de Ganar

Esto no tiene nada que ver con lo que la mayoría de la gente entiende por "Deporte"; ni con los muchimillones que cobra Fulanito de Tal por llevar unas zapatillas llamativas ni porque el entrenador borde que todos conocemos haya soltado otro de sus improperios. 

Esto va por Óscar Castillo, tirador (de esgrima, que no anda por ahí con un Barret de calibre 12'70) que el pasado domingo ganó la medalla de oro en la categoría de menores de 15 años correspondiente a la liga catalana. Conozco a Óscar desde hace unos cuantos años y conozco sus ganas de aprender, de mejorar en todos los aspectos. 

Podio de la prueba (i-d): Pere Andreu, plata; Óscar Castillo oro y los bronces  Roger Piqué y  Nil Vallhonrat.
Ahora queda claro que puede conseguir lo que se proponga. A la dura labor de estudiante de la ESO se une el esfuerzo físico y mental de tener que coger el tren dos días a la semana y desplazarse desde Sitges, donde vive, hasta Barcelona a entrenar. Son muchas horas de tenacidad, de superación, de convencimiento. No es nada fácil.

Óscar, "Farmerman", (como dice él: quien no tuvo gallinas, no tendrá huevos), se subió a lo alto del cajón entre 160 tiradores de diversas categorías que se midieron (nunca mejor dicho por lo del sable) en el polideportivo Reina Elisenda de Barcelona el pasado día 4 de noviembre. Y eso nos llena a muchos de orgullo.


Óscar (2º izq) posa con tiradores de su categoría
Y además de felicitarte a ti, Óscar, hay que felicitar a toda la escuela de Sitges, la Escola Hongaresa,  que lleva de forma admirable (a la vista están los resultados) Imre Dovos.

Lo dicho: ¡ENHORABUENA, CAMPEÓN!


Nota: y yo ya no me atrevo a jugar contigo al rugby.

lunes, 5 de noviembre de 2012

BICI: algo más que dos ruedas y cuatro letras.

Este maldito Madrid tiene, aparte de unos alcaldes inclasificables e incomprensiblemente votados, un añadido que le diferencia de muchas ciudades europeas y españolas: el río Manzanares. No lo digo por su caudal, puesto que no es el Kwai ni el Danubio, ni el Zambesi africano, pero fastidia mucho a cualquier ciclista porque supone una herida en el paisaje, accidente que aprovecharon los moros que fundaron el castillo aquel en lo alto del cerro, donde está ahora el Palacio de Oriente.
El río supone un obstáculo considerable cuando ruedas en bicicleta, una uve impresionante si tienes que subirla/bajarla y viceversa a la vuelta. Si se consigue completar el recorrido sin sudar demasiado y sin que te tire una conductora cagaprisas o un "fragonetero" agresivo, lo de "impresionante" se queda corto. Lo que pasa es que si lo repites por partida doble y a diario, al final te tocará la lotería. Pero no iba la entrada de hoy por el transporte alternativo, saludable, sostenible, poco contaminante y barato, sino por lo que ha significado y significa la bicicleta para muchos de nosotros y, particularmente, mi familia.

Mi padre posa con su Berrendero
Mi hijo el pequeño ha tenido en sus escasos once años tres bicicletas distintas. Ni de lejos ha apreciado ninguna lo que yo la "BH", una burra plegable de color azul a la que yo luego pinté de blanco y negro al estilo cebra. Me la regalaron el día que cumplí 12 años, en 1973. Este pasado fin de semana me he dado en ella unos paseítos tranquilos, porque aún la tengo. No solo es por cariño, es que es más cómoda que muchos sillones en los que me haya sentado.
En mi familia, la bici siempre ha significado algo más que un mero juguete. Cuando éramos unos críos, montar en bici era toda una liberación: podías ir "más allá", aunque fuese a la esquina. Ya no te digo andorrear por la Casa de Campo los domingos. Era mucho más que sentir el aire en la cara o hacer ejercicio: era libertad. Y en aquellos tiempos, eso era algo muy escaso. Yo fui un afortunado, porque en mi casa siempre hubo bici. Pequeña y pesada, con frenos de hierro y no de cable. Pero recuerdo que había familias en mi barrio que cuando los Reyes traían "LA" bicicleta, no había más regalo en la casa. Es decir: la bici y solo la bici para todos. Y ¡hala! a hacer cola para montar, que, generalmente, significaba ir y venir hasta la esquina de la calle.

Cabo cartero Sanz Carro
Mi padre ahorró como hormiguita de fábula de Esopo, La Fontaine o Samaniego para poder comprarse la Berrendero. ¡Menuda máquina! En la mili (mili de los años 40, claro) fue cabo cartero. Todos los días salía desde el cuartel en El Goloso hasta Correos, en la Plaza de Cibeles. Recogía el cargamento de cartas, giros y paquetes. Se lo echaba a la espalda y a pedales hasta El Goloso. Los que no sepan donde está, les diré que más al norte que la actual Universidad Autónoma, antes de Tres Cantos por la carretera de Colmenar. Yo no secundo el esgrimir la teoría del cambio climático cuando hace frío en invierno o calor en verano, pero desde luego que en aquellos años no había ni tinsulate, ni goretex, ni se había Decathlon que vendiese ropa para ciclista: papel de periódico en el pecho, jersey, bufanda, guantes y todo lo que se pudiese poner encima... que pasó frío en invierno, vamos.

A lomos de mi BH
Luego y dependiendo de las circunstancias de cada uno, hemos seguido con la bici a vueltas. Yo me he tirado veranos enteros en la playa sin andar más de cuarenta metros, porque enseguida agarraba la "cebra" para ir a por el pan, a ver cómo estaban las olas, a charlar con la vecina de la esquina o a ver si los colegas estaban listos para echar un partido o gamberrear por la tarde en la playa.

Pepe subiendo el Hautacam
Mi hermano Pepe no ha dejado de dar pedales desde que -precisamente- dejó la mili y el tabaco; muy mal tiene que estar el tiempo para que no se dé su voltio de 80 o 90 kms diarios y más ahora que está prejubilado y tiene las mañana libres.



Coll de Rates desde arriba
(I-D) Armin Steiner, el chache y Óscar Castillo
Uno hace lo que puede, no llego a tanto ni estoy prejubilado. En Robleluengo recorro pistas, veredas y carreteras a veces con desniveles impensables. Pero la verdad es que el esfuerzo siempre merece la pena, especialmente cuando ves desde arriba la carretera que has subido. Ya no te acuerdas del dolor en los muslos, en las rodillas, en los pies, del aire que no entra a los pulmones, del moco que se te cae, las gotas de sudor que se te meten los ojos... y te comes la fruta o el bocata con auténtico placer. Y pretendes seguir disfrutando. A veces, la vuelta es cuesta abajo y más fácil por tanto.


Disfruten.

Les dejo este enlace para que se rían un poco: http://www.youtube.com/watch?v=YBHAacFAVPc