domingo, 13 de febrero de 2011

Memoria o escepticismo.


Vds. sabrán disculparme, pero no me siento nada entusiasmado por el cariz que parecen tomar los acontecimientos a partir de la revuelta de Túnez y el abandono del poder de Mubarak en Egipto. Yo no sé si es que mantengo frescos ciertos recuerdos de una época que parece lejana para mucha gente pero que nos marcó a los que teníamos una edad en la que nos dábamos cuenta de las cosas y podíamos participar más o menos a medias; me refiero a la época de la transición española, que ahora se considera poco menos que ejemplar para muchos países que buscan (de forma pacífica) la evolución hacia una sociedad mejor. Cierto es que la sociedad estaba muy dividida, pero yo recuerdo la frustración continua de ver que las cosas no avanzaban como querías, que las reformas no se consolidaban, que se cometían atentados salvajes e incomprensibles para nadie excepto los que lo cometían, que te imponían un rey, que seguiría siendo oficial una bandera a la que mi familia asociaba la represión de los militares y los falangistas, y que algunos fascistas se cambiaban de chaqueta y osaban decir que eran demócratas de toda la vida.


Evidentemente, no tiene nada de bueno vivir bajo la opresión de un partido político, militar caudillista o gobernante corrupto. Es mucho mejor poder elegir a quien te gobierna, y poder mandarle a la porra si se pasa puesto que tenemos un arma efectiva: el voto. Lo que pasa es que con los años uno se vuelve escéptico aunque tenga momentos de emoción viendo la alegría pública de aquellos que sienten el soplo de la libertad. Puede sonar cursi, pero me alegro un montón. Y ahora viene una pregunta: "¿Y mañana qué?". En el caso de Egipto, los militares se han autoconcedido, autonombrado o autoencumbrado a gobernar durante un período variable y que teóricamente desembocará en elecciones legislativas, presidenciales o en referéndum para la consitución...


En la antigua Roma, cuna y base de nuestra cultura en muchos aspectos, en momentos de grave crisis se nombraba a un tirano. El tipo solía ser un tipo con carisma, conocimiento y que centraba el poder para que todas las fuerzas de dirigieran hacia lo necesario, que solía ser la salvación de la patria. De esa forma, se ahorraba tiempo, energía y dinero y se enfocaban todos los esfuerzos al objetivo único y general. Lo malo es si el pavo de turno le cogía gusto a la poltrona y, utilizando su fuerza contra los que le auparon, allí se quedaba... hasta que apareciera alguien que le echara.

La postura de los militares egipcios me recuerda demasiado a los militarotes en general. De verdad, ojalá me equivoque y no se repita la situación que tantas veces se dio en América y de la que tantos desgraciados ejemplos nos dieron.

Afortunadamente, la mentalidad de la población suele cambiar. Ahora mismo en España es impensable que una secta armada, con sus propias ideas sobre la patria, la convivencia o la vida, se impusiera o se colocara a tutelar un proceso... excepto si se lo pidiera el pueblo, que es de quien emana la autoridad (aunque los putos políticos parezcan estar por encima del bien y del mal). Quiero pensar que en Egipto y en Túnez se lo ha pedido el pueblo, y que un ejército moderno, de gente joven, sin condicionantes políticos o partidistas, se ha propuesto llevar por el buen camino la convivencia de una sociedad asfixiada. Las elecciones pondrán a quien el pueblo elija... es lo que tiene la democracia, que un tipo como Berlusconi puede salir elegido varias veces, o que ganen los hermanos musulmanes. De todas formas, ¡adelante!

Pero si la cosa tiene pinta de ir bien...¿por qué 4.ooo tunecinos se han largado en pocos días a esa roca que es la isla de Lampedusa?
Nota: la foto es del archivo histórico del PCE , es el entierro de los abogados asesinados en la calle Atocha, y la he tomado de:

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