miércoles, 7 de abril de 2010

Lucimiento intelectual.




Vuelvo de pasar unos días casi aislado:

El móvil (dependiendo de la operadora elegida o impuesta) funciona bastante bien, pero no lo uso a menos que sea necesario. Afortunadamente, ninguno de mis amigos ha considerado que debiera llamarme, de lo cual me alegro.

No tengo tele, ni digital ni analógica; es más: no tengo antena. Creo que la instalación está hecha (al menos, desde fuera, veo un cable enrollado en la chimenea) así que a lo mejor algún día...


Me llevo el ordenador para editar fotos, escribir y jugar a las cartas.


No tengo pincho para conectarme a internet, así que mi Semana Santa (sic) es parecida a como era cuando era pequeño: no había tele, y lo que había era siempre lo mismo: las películas Fray Escoba y El demonio a las 4, (infumables, nano, que diría un valenciano), procesiones y misas (eso creo recordar). No nos dejaban jugar a nada en la calle, y a casi nada en casa (dependiendo de la casa, claro); era un aburrimiento mortal de necesidad.


Afortunadamente, las cosas cambian y ahora nadie me mira mal si juego al rugby con mis hijos o pinto muñequitos o hago limpieza en el trastero. Aún recuerdo a un compañero de colegio cuyo padre trabajaba en la EMT y cuando le tocaba currar en domingo, iba a misa y a confesar el sábado, para que le perdonaran lo de tener que currar en fiesta. ¡Qué tiempos!




Me he dedicado a labores de poco lucimiento intelectual, como es acarrear estiércol (mierda de oveja, concretamente) en carretillas desde donde está amontonada hasta el huerto en el que voy a echar horas, junto con mi vecino, para intentar recuperar el placer de ver crecer las hortalizas.


También he limpiado alcantarillas, las he vaciado de tierra, hojas secas y demás porquerías, para que el agua corra cuando cae. Parece un poco bobo, pero es que la naturaleza no entiende las necesidades del hombre moderno metido a campestre... yo ya me entiendo.


Además está lo de remover la tierra en el huerto, cargar el depósito del agua, limpiar y colocar trastos, dar de comer a mis hijos, fregar los cacharros, en fin, nada parecido a lo del acelerador de partículas, sin ir más lejos.


Pensaba mientras hacía tanto ejercicio que hay quien paga un gimnasio y luego va en coche y anda por una cinta... tontería, oyes, pensado así.




Coged un azadón, removed y levantad unos cuantos metros cuadrados de tierra, y comprenderéis perfectamente por qué la gente emigraba del campo a la ciudad. Luego algunos se vuelven muy listos cuando llegan a la capital, se buscan amiguetes, se reparten unos milloncejos de euros entre obras, comisiones y regalitos para las esposas de los que mandan y si los pillan, pues unos años a la sombra y luego ya salen tan panchos.


Me da igual que sea Roldán, ya en la calle y con unos millones sin devolver, o el tesorero del PP (a cuyo abogado, por cierto, le paga el partido) que se llevaba entre las uñas una nadería...


Luego tú tardas 1 día (por enfermedad, por ejemplo) en presentar la liquidación del IVA que te corresponde y te crujen con un 20% de sanción.


Dice un refrán con mala leche que todos somos iguales ante la Ley, pero unos más iguales que otros. Que se lo digan a Garzón, para el que pide un colega 20 años por querer investigar las desapariciones del franquismo a sabiendas de que no le correspondía. ¿No tiene otra cosa que hacer la Justicia?¿No tienen asuntos pendientes?


De verdad, empiezo ya a echar de menos el azadón...
Nota para la SGAE y sus perros: la foto es mía y la he hecho yo.

1 comentario:

  1. D. Fernando!!

    Estoy yo sin tele desde que en diciembre se cortocircuitó el amplificador de imagen...y ná, que así sigue ¡¡¡y lo que te rondaré morena!!!. Es un trasto totalmente prescindible.

    Por lo demás, a los 32 seguimos siendo menores de edad, seguimos sin entender que la democracia es la dictadura por otros medios....más "molones", ¡¡a ver si nos emancipamos a los 35...que es la media nacional!!

    Saludos

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