lunes, 23 de noviembre de 2009

gadarro


¡gué bodesdo ed un gadarro!

do buedes abdar, de duele da gadganta, dienes bogos a dodas hodas, no buedes desbirar, a vedes, hasda dienes fiebde.. y do beod de dodo ed gue dadie de endiende. Ingluso aungue do esgdibas (gobo eddoy hadiendo yo ahoda) da gende do de hade di gaso.


Lo digo porque me he tirado una semanita de aúpa. Es lo que tiene el intercambio de cepas de virus diversos: que se refuerza el material y nos lo comemos enterito. El sábado de la semana pasada me levanté con una fiebre de 38 y pico. Afortunadamente no parece haber sido gripe de ninguna letra del abecedario, sino un catarro fortísimo. El domingo ya no tuve fiebre y el lunes pude ir a trabajar. Si es que soy así de cumplido y remirado ¡coño!, que nunca me pongo enfermo el domingo a las 12 de la noche. Pero me han quedado unas secuelas de colores varios: desde pardo sanguinolento hasta verde casifosforito, pasando por texturas cuasilanosas, amalgamas varias y densidades que variaban desde la sutil que llega hasta el suelo desde la bici (¡qué útil es el ciclismo para aligerar! o ¿será que los ciclistas somos unos guarros?) hasta las dos cucharadas soperas que salían por las fosas nasales...


Ahora, y tras gastar paquetes de pañuelos (hasta 5 en un día he llegado a arruinar), ya se me entiende aunque de vez en cuando toso.

Ahora mis compañeros no tendrán que mirar hacia atrás (que es donde me siento) por oir ruidos raros tan a menudo, cosa que agradecerá todo el mundo: profes, estudiantes... y yo mismo.


Sí, ya sé, pero es que soy un poco guarro.





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