
Tengo en el trastero guardadas unas cuantas botas viejas, la mayoría de mi hijo el mayor, que las gasta como el papel del retrete (ya se sabe...) y tras ver en el muro de su patrona canadiense (thanks a lot, Tina) una propuesta para reciclar y de paso, ayudar a la fauna que lo pasa muy mal en invierno y necesita un sitio donde procrear en primavera. Además, está comprobado: si hay pájaros no hay mosquitos.
Aquí les dejo unas fotos del proceso, ahora toca esperar a ver si a los pajarillos les gusta el apartamento, la orientación, la calidad de materiales, etc. Lo malo será si me montan las avispas unos adosados. Pero a estas, me temo que nos les duraría más de una noche el alojamiento.
La faena es la siguiente:

- se meten unas bridas de plástico (no son eternas, pero resisten unas temporadas) de tal forma que puedan engancharse alrededor del sitio que decidamos. Primero de fuera a adentro y luego se saca la misma brida por el otro agujero.
- se fija en el lugar elegido (en mi caso, la estructura de la parra),
- se ata bien la bota para dejar la entrada mínima,
- se meten unas hojas secas o hierba seca y ¡ya está!

También puede atornillarse a la pared. El procedimiento es incluso más fácil: un agujero en la suela, otro en la pared, taco adecuado y tornillo. Y ese no se mueve.
Ya veremos cómo resulta el invento.
Disfruten, que el buen tiempo va a llegar, aunque "cuando marzo mayea, mayo marcea..."