
No es que necesite librarme de mis jefes (estar en el paro es lo que tiene), pero sí me apetece salir de casa. Lleno (literal lo de llenar) el coche de comida e impedimenta varia y me voy a la sierra, allá donde han vuelto los lobos, al norte de Guadalajara.
Mi plan es fácil: por la mañana temprano alternar bicicleta y ascensiones a picos de la zona aún no hollados por menda lerenda.
Por la tarde, paladear una siestecita y luego, paseo o huerto, que necesita mimos; tras cenar, partidas de póquer con la tropa, que se han convertido en tahúres del Misisipi.
Luego todo esto saldrá o no, pero por ganas de pasarlo bien que no quede.
Sed buenos (o no) y disfrutadlo.