Mira que a mí, el fútbol, desde que cumplí 17 años no me ha preocupado en absoluto. Yo fui socio del Madrid durante cuatro años, desde que tenía 13. En esos años vi jugar a tipos de la categoría de Netzer, Cruijff, Neeskens, Breitner, Iribar, Pirri, Amancio o al mismo Del Bosque.
Luego uno crece; afortunadamente me salí del lío (yo frecuentaba la zona en la que luego surgieron ultras de siniestra enjundia) coincidiendo con una cierta madurez y porque ya se podía dar voces en las manifestaciones y no tenías que limitarte al campo de fútbol en busca de un desahogo con la ayuda de la parentela del árbitro.
Desde que viera un penoso partido en el Mundial del 82 entre España e Inglaterra (0-0) no he vuelto a pisar un campo, bueno, a sentarme en una grada de un campo de fútbol. Pero esta noche, la verdad, me alegro un montón. Por primera vez desde que Rubén Cano metiera un gol a Yugoslavia y Juanito se llevara un botellazo en toda la cabeza, me ha gustado seguir a la selección. Son un gran grupo de grandes jugadores, amigos, responsables, un equipazo, en resumen. Me alegro especialmente por mis hijos. Al mayor le ha preocupado el fútbol menos que a mí; de hecho llegó a preocuparme la falta de "cultura" futbolística. No hizo colecciones de cromos, ni seguía a ningún equipo; jugaba en el patio a la pelota o conmigo en el parque, pero sin preocuparse de nada. El pequeño ha sido todo lo contrario; desde el principio lo tuvo claro: el fútbol es algo grande... y ha tardado en contagiarme, pero lo ha hecho. Se hizo seguidor del Atleti por llevar la contraria a toda su clase, que era del Madrid. Luego se pasó al Barcelona de Guardiola, arrasador de los siete títulos, con camiseta oficial incluída. Pero ahora he disfrutado con ellos viendo algo histórico, el pase de cuartos, la semifinal y la final. Y ganársela a la "naranja mecánica", nada menos.
Ser campeones del mundo era un sueño fuera del alcance de los chavales de mi época; de los que nos gustaba jugar y ver jugar aquel único partido de la semana, el de los domingos por la tarde en blanco y negro; de los que nos destrozamos las rodillas en los descampados, entre las raíces de los pinos de Casa de Campo o en algún campo de tierra por el que había que pagar; de los que discutíamos con el listo o con el chupón sobre quién jugaba de "9" o de portero; de los que hemos terminado cabreados muchos partidos y contentos otros tantos.
Por eso me alegro también, porque ahora los chicos entrenan en césped artificial, van a escuelas en las que aprenden a tocar, a tirar; tienen camisetas y pantalones decentes, les regalan los balones, les llevan en autocar a jugar campeonatos por ahí...y pueden ser campeones del mundo. Cosa, que por cierto, fastidia a algunos. No son muchos, pero hacen mucho ruído. A mí, el sentimiento de tribu no me ha obcecado nunca, porque le doy la importancia que tiene. Soy de una familia, y de una tribu, y de un clan, y de una nación, y de un continente pero eso no me impide ser persona, alegrarme con mis vecinos de las cosas buenas comunes.
Mañana lunes, al tajo, gane o pierda la selección, el Madrid, el Barça, Nadal, Contador o quien sea. Pero es una alegría, y además histórica e irrepetible porque aunque ganasen otro Mundial, esta sensación que provoca esta primera vez no se repetirá.
Y mira qué bien le ha venido a más de uno que hablemos de fútbol y no de lo inútiles que son... vds. ya me entienden.
La foto la he tomado prestada de la edición digital de El País de hoy mismo.
Disfruten.
¡¡Como te entiendo!!, tengo dos chavales igual que tú y además de igual corte. Pero además me he alegrado por un motivo más, viendo el partido, viendo el juego guarro que los rivales mostraban, y a mis hijos allí sentados, yo no dejaba de pensar "señor, esta selección no puede ganar, no debe ganar, no se les puede dar como ejemplo a estos chavales que hay que pisotear, patear, destrozar al contrario porque así triunfaras". Me ha gustado ver que ganaba el juego limpio, las buenas formas, el deporte, y ahora, yo, que tampoco me ha obcecado nunca "mi tribu", me siento orgullosa pensando que ese ejemplo lo han dado "los míos", "los nuestros". Un saludo.
ResponderEliminarGracias por el comentario. Veo que (afortunadamente) hay muchos otros que piensan como yo.
ResponderEliminarUn abrazo.
Afortunadamente, si.
ResponderEliminarGrande INIESTA
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