miércoles, 20 de enero de 2010

Solidaridad


Pido por favor que nadie piense que pienso lo que parece que pienso si escribo lo que estoy escribiendo, y perdón por el galimatías.

No descubro nada si digo que lo de Haití es una putada, una grandísima putada que empezó cuando el país de Napoleón aparcó allí a montones de esclavos desarraigados de su tierra y de su cultura, en una isla asolada por huracanes y terremotos, con un relieve al que es imposible sacarle algo útil... y menos en un país en el que la religión oficial es (o era) el vudú.


La ONU lleva allí unos cuantos añitos porque la situación no tenía pinta precisamente de evolucionar a mejor, y sin ir más lejos, allí mataron en un tiroteo a Ricardo Ortega, periodista al que yo conocí y que trabajó para la agencia EFE en Moscú y luego para Antena 3. Más o menos le represaliaron porque no comulgaba con la postura de su empresa sobre la invasión de Iraq y se piró para trabajar por libre. Así le pilló la bala que le mató en el año 2004.


Así pues, los escombros caen sobre la ruina política, humana y económica y en un arrebato encomiable de solidaridad, todo el mundo se lía a enviar aviones cargados con todo tipo de alimentos y enseres, supuestamente útiles para paliar los daños de esta catástrofe humana; ¿por qué demonios algunos periodistas la llaman humanitaria? Humanitaria es la acción de la Cruz Roja, no cien mil muertos; a ver si leemos más y vemos menos la tele. Por cierto, ¿por qué el bobo de Hermann Tertsch pronuncia "Jaití"?


Resulta que hay ser solidario con Haití; lo dicen los franceses, que han mandado no sé cuántos aviones allí, que han protestado porque EE.UU. se ha arrogado el control del aeropuerto de Puerto Príncipe, pero que no dicen que en Francia vive Duvalier, el siniestro "Papa Doc", dirigente cruel e impresentable incluso para aquellas latitudes. No se olviden que al otro lado de la frontera que divide la isla de La Española en dos también mandó otro que tal baila: Rafael Leónidas Trujillo. Más información en "La fiesta del chivo", de Vargas Llosa.

También me pide solidaridad el metro de Madrid; y me muerdo la lengua para no chillar en medio del vagón que usen parte del 20 por ciento que han subido el precio del billete de 10 viajes desde el 1 de enero para dárselo a quien sea.

Me dicen que dé dinero a las ONGs que piden medios para ayudar a los pobres haitianos. Que lo den los bancos que se quedan con parte de la donación como comisión por ingreso. Hijos de puta, miserables, rastreros, buitres, insaciables. Que yo sepa, La Caixa no está cobrando esa comisión o mordida, que dicen los mexicanos.

El otro día me contaba una estudiante de 1º de la ESO que fue con sus abuelos a la base de Torrejón con ocho mantas que tenían en su casa para donarlas a la ayuda para Haití. No se las cogieron, claro. No hay estructura semejante para recoger, almacenar, preparar y trasladar donaciones materiales. La rapidez pide eso, estar ya allí. Y eso sólo se consigue teniéndolo ya preparado, almacenado, plastificado y palletizado. Agua, mantas, grupos electrógenos, potabilizadoras de agua tienen que estar a punto siempre. Y para tener eso, lo más solidario es pagar puntualmente los impuestos que nos correspondan. Yo creo en la justicia social, no creo en la caridad, en acordarme de Santa Bárbara cuando truena. Procuro tener el paraguas junto a la puerta para, si llueve, usarlo. No puedo ir a comprar uno cada vez que salgo a la calle y me cae un chaparrón.

Ahora resulta que hay toneladas de ayuda, comida y demás enseres amontonados en el aeropuerto de Puerto Príncipe, pero nadie de los que han ido hasta allí asume el riesgo (electoral para algunos gobiernos) de que una banda de hambrientos y desesperados cause la muerte a un gendarme, guardia civil o militar belga que conduce o escolta un convoy de ayuda.

Han tenido que ser los que tienen una maquinaria engrasada y entrenada, los gringos, los que han repartido el agua desde helicópteros. Claro, que en los EE.UU. se pagan impuestos para eso, y el que no pague pasará una temporadita a la sombra... y no de un cocotero precisamente.

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