domingo, 23 de marzo de 2014

País de Caín

Dicen que Caín mató a Abel, y todo por la envidia. Unamuno llamó a esta tierra "Envidiápolis". Yo no sé si tiene todo su razón en la envidia, porque (al contrario que con otros supuestos pecados), he tenido la suerte de no padecerla, pero me empieza a cargar tener que estar a un lado o a otro de la barricada, sea ficticia o real. Y en cuanto alguien dice algo sobre algún aspecto inmediatamente está haciendo el favor a alguien de "los otros". Estoy harto de decir que "los otros" también son "yo": que dependen de su curro, que tienen que pagar su hipoteca o su alquiler, que quieren vivir mejor y quieren un futuro para sus hijos.

Miren ustedes: a mí, el actor Willi Toledo me cae mal, fatal. Nunca entendí por qué insulto a Orlando Zapata. ¿Le pagaron? ¿Hablaba por experiencia o a distancia? Pero ese hecho no impide que yo fuera a la manifestación a protestar porque una caterva de sinvergüenzas están condenándonos a la pobreza a millones quitándonos los derechos conseguidos hace más de un siglo.
Y el hecho de ir a la manifa no me hace seguidor ni defensor de un paranoico como Maduro en Venezuela. Además yo he ido a manifestaciones desde hace años y lo más violento que he llevado ha sido una vuvucela (que, por cierto, me dejaba sordo del oído izquierdo).

Reivindico mi derecho a cabrearme con los inútiles que se meten en política a medrar, y que roban, tengan la etiqueta política que tengan. Porque roban, y algunos a manos llenas desde hace muchos años. Se montaron una partitocracia amañada con una ley electoral que les favorecería descaradamente en el futuro reparto de los escaños y por tanto, de la pasta. Y luego a defender la poltrona, montando las que montan para aferrarse al poder. Y cuando ven que la cosa va en serio y les puede traer consecuencias, a descalificar a los otros. Los incidentes al final de la manifestación de ayer son de libro: hay que asustar, detener y sobre todo poner las etiquetas de violentos.
Me duele ver imágenes en las que unos tipos uniformados (todos llevan las mismas sudaderas, un palo de medida y grosor estándar) montan incidentes buscados para sacar lo peor del "otro" y así autojustificarse. Y de paso, los de arriba, los que NECESITAN demostrar que quien protesta es en realidad un peligrosísimo enemigo para asustar al electorado siguen en el poder y así seguir llevándose votos.

Y como muestra de este cabreo, arriba está la foto de un ciudadano que va a pitar en los aeropuertos porque algún malnacido le ha abierto la cabeza. Tiene un curro mal pagado, pasa frío y calor que no veas y encima le han rebajado el sueldo porque había que pagar las trampas de los banqueros. 
Ahora, según la moda, yo tendría que decir que él se lo ha buscado. Pero no lo voy a decir. Porque él no buscaba eso.
Y menos mal que alguno se contuvo, porque si llega a disparar estaríamos hablando de otra cosa.




Este país cainista cada día me harta más y hago mía la frase del twitero Sergi Bellver (@SergiBellver) : "El día que la izquierda tenga cabeza y la derecha vergüenza, igual nos sale una España bien maja y todo". Hasta entonces, no pienso participar en movidas violentas (mi familia sufrió mucho durante y después de la Guerra Civil) pero sí que voy a luchar para desalojar a los ladrones. Y luego impedir que "los otros" ladrones les releven. Hay que cambiar de jinetes. Necesitamos a otros.

Lo que sí voy a decir es que casi cada persona en la manifestación de ayer tiene derecho a voto y que las elecciones están a la vuelta de la esquina. Que se preparen.